lunes, 28 de abril de 2014

Jardín Botánico San Jorge



  Respirando aire puro 


Cuando no se es nacido en la ciudad donde actualmente resides, es difícil saber que lugar turístico escoger para visitar; ese fue mi caso, dado a mi propia investigación de que lugares son totalmente relevantes, ecológicos y turísticos de Ibagué – Tolima, mi próxima visita seria el Jardín Botánico San Jorge. En primera estancia sabía que era ecológico, pero… ¿donde quedaba este lugar?, fue en ese momento donde google ayudo bastante con la dirección del mismo. Algunos de mis compañeros me habían dado referencias pero tenía ansias por llegar a conocerlo ya que lo había visto solamente en fotos y quede anonadada de tanta belleza a pocos minutos de donde resido.

Así que decidí compartir mi experiencia junto con mi papá y mamá quienes también querían conocer y respirar un poco de aire puro. Nos dirigimos por la vía Calambeo hasta llegar por un camino rocoso y con mucha naturaleza al rededor, recuerdo que mi papá dijo “me siento como en una finca o un pueblo”, entre risas e ir observado, llegamos fácilmente al Jardín Botánico, el camino esta muy bien señalizado y nos agradó encontrarnos con una gran sonrisa de quien pensamos que seria nuestra guía durante tres horas.


En ese momento nos dio una breve reseña del Jardín y nos entrego un bello mapa de donde estábamos, pagamos nuestra entrada y pensamos que esa misma mujer de cabello oscuro, lentes, y ropa cómoda nos llevaría por los distintos senderos explicando todo lo observábamos, pero así no fue; en ese momento llego un joven trigueño con botas largas oscuras, en verdad era un campesino, a nosotros nos sonrió y dijo “Bienvenidos”, respondimos “ muchas gracias”, fue ahí cuando lo seguimos y comenzamos a caminar. 

El camino era en piedras muy organizadas, a los costados gran variedad de plantas; unas grandes unas pequeñas, pero cada una estaba con su respectivo nombre y de donde provenían, sin duda alguna comencé a tomar fotos mientras el guía iba diciendo la gran variedad de plantas que tenían en aquel lugar y que algunas de ellas estaban en vía de extensión. Además de eso, que en total son 60 hectáreas de total naturaleza, en ese momento me dije a mi misma “vine preparada para caminar mucho porque quiero conocer”. Seguimos nuestro camino y nos encontrábamos con flores preciosas de diferentes colores; unas rojas, unas amarillas, la verdad no sabíamos cual era mas hermosa, simplemente nos preocupamos por captar esa belleza en la cámara. 



Llegamos a uno de los cuantos lugares de descanso y mientras bebíamos un poco de agua el guía nos comentaba sobre los distintos animales que liberaban allí, fue en ese momento donde quería verlos y seguimos nuestra visita, yo creía que me iba cansar demasiado rápido porque no estoy acostumbrada a caminar por los senderos donde son tantas subidas como bajadas, pero con tanta vista y hasta un río pequeño que se podía ver a solo unos metros de donde estábamos, mis pies ni se cansaban, estaba maravillada. 

Llegamos a puentes construidos con guadua y entablado que a nuestro parecer eran muy adecuados porque todo era estilo jardín, desde los puentes se podía ver variedad de plantas ya fueran acuáticas o sembradas en sus alrededores; cuando llegamos a el primer mirador, era precioso ver la parte noroccidente de la ciudad de Ibagué entre selvas y el cantar de las aves e insectos de la región. Pudimos apreciar la infraestructura de donde vivimos desde una parte ecológica donde se albergan arboles que son totalmente representativos del Tolima.  



Caminando a un buen ritmo nos encontramos animales como tortugas y un armadillo que dice mi papá que vio; la verdad yo si no lo pude ver,  esos animales son bastante rápidos. No pudimos ir hasta el mirador  numero tres ya que había erosión y estaban mejorando el camino para poder llegar hasta allí, fue cuando definitivamente a todos se nos noto el cansancio y el sudor en nuestro cuerpo tras subir y subir peñas de este bosque natural, pero sin duda alguna estábamos felices de respirar aire puro y desintoxicarnos.

En ese preciso momento comenzamos a descender, yo parecía una completa loca tomando y tomando fotos de cada cosa que veía, plantas exóticas, arboles, y hasta el recuerdo de mis papas en aquel lugar. Mientras bajábamos nos encontramos con un turista quien había perdido su cachorra en el jardín Botánico, es por ello que toman precauciones de no dejar soltar a los perros allí porque se pierden, además de atender la necesidades de los mismos. Tratamos de ayudar a buscar a la canina entre gritos y silbidos pero para descontento no la pudimos encontrar. Sus dueños estaban tan preocupados de no saber si la picaría un animal o se caería en alguna parte, no vieron de otra que sentarse a esperar si regresaba mientras nosotros seguimos nuestro camino.


Este lugar no es solamente natural e incrementa una alternativa pedagógica a través de los recorridos y actividades didácticas en ambientes naturales, sino que también pudimos apreciar verdaderas obras de arte que por supuesto eran grandes, como un árbol que antes yacía en frente de la gobernación y fue talado, así que un artista Italiano se dio a la tarea de arreglarlo y formar una gran obra que tiene tanta historia de quienes poblaron esta tierra ibaguereña y en el aun yacen las puntillas de donde amarraban a sus caballos. Recuerdo que cuando el guía nos contó esta historia nos pareció de gran importancia conservar  el medio ambiente y un ejemplo para los pequeños que van a visitar lugares como este a cuidar nuestra madre tierra.

La hora de llegada estaba próxima, a ciencia cierta ninguno nos queríamos ir tratábamos de caminar mas despacio, pero como en la entrada habían tomado nuestro numero de teléfono, estaban llamando para que regresáramos; yo tome mis ultimas fotos, me seque un poco de sudor, amarre el cordón de mis zapatos y seguimos caminando hasta la salida. Sin duda alguna es un lugar majestuoso, quedamos maravillados con tanta biodiversidad dentro de la misma ciudad y que no sabíamos que existía, además de eso creo que muchos no saben que esto existe. Nos preguntaron si nos había gustado la experiencia solo respondimos “claro que si, por acá volveremos”, tomamos un poco de agua que vendían en la entrada, descansamos un poco y nos comentaron sobre como operaba y como se había construido el Jardín Botánico.


Nos despedimos y dimos las gracias por contribuir con la educación ambiental, ellos sonrieron y dieron las gracias, esa fue nuestra estadía en este bello lugar. Definitivamente el Jardín Botánico San Jorge nos cautivó con todo su esplendor y no olvidamos que en la contemplación de la naturaleza y en el silencio, buscamos la armónica belleza de la vida.

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