Respirando aire puro
Cuando no se es nacido en la
ciudad donde actualmente resides, es difícil saber que lugar turístico escoger
para visitar; ese fue mi caso, dado a mi propia investigación de que lugares
son totalmente relevantes, ecológicos y turísticos de Ibagué – Tolima, mi próxima
visita seria el Jardín Botánico San Jorge. En primera estancia sabía que era ecológico,
pero… ¿donde quedaba este lugar?, fue en ese momento donde google ayudo
bastante con la dirección del mismo. Algunos de mis compañeros me habían dado
referencias pero tenía ansias por llegar a conocerlo ya que lo había visto solamente
en fotos y quede anonadada de tanta belleza a pocos minutos de donde resido.
Así que decidí compartir mi
experiencia junto con mi papá y mamá quienes también querían conocer y respirar
un poco de aire puro. Nos dirigimos por la vía Calambeo hasta llegar por un
camino rocoso y con mucha naturaleza al rededor, recuerdo que mi papá dijo “me
siento como en una finca o un pueblo”, entre risas e ir observado, llegamos fácilmente
al Jardín Botánico, el camino esta muy bien señalizado y nos agradó encontrarnos
con una gran sonrisa de quien pensamos que seria nuestra guía durante tres horas.
En ese momento nos dio una breve reseña del Jardín y nos entrego un bello mapa de donde estábamos, pagamos nuestra entrada y pensamos que esa misma mujer de cabello oscuro, lentes, y ropa cómoda nos llevaría por los distintos senderos explicando todo lo observábamos, pero así no fue; en ese momento llego un joven trigueño con botas largas oscuras, en verdad era un campesino, a nosotros nos sonrió y dijo “Bienvenidos”, respondimos “ muchas gracias”, fue ahí cuando lo seguimos y comenzamos a caminar.
El camino era en piedras muy
organizadas, a los costados gran variedad de plantas; unas grandes unas
pequeñas, pero cada una estaba con su respectivo nombre y de donde provenían,
sin duda alguna comencé a tomar fotos mientras el guía iba diciendo la gran
variedad de plantas que tenían en aquel lugar y que algunas de ellas estaban en
vía de extensión. Además de eso, que en total son 60 hectáreas de total naturaleza,
en ese momento me dije a mi misma “vine preparada para caminar mucho porque
quiero conocer”. Seguimos nuestro camino y nos encontrábamos con flores preciosas
de diferentes colores; unas rojas, unas amarillas, la verdad no sabíamos cual
era mas hermosa, simplemente nos preocupamos por captar esa belleza en la cámara.
Llegamos a uno de los
cuantos lugares de descanso y mientras bebíamos un poco de agua el guía nos
comentaba sobre los distintos animales que liberaban allí, fue en ese momento
donde quería verlos y seguimos nuestra visita, yo creía que me iba cansar
demasiado rápido porque no estoy acostumbrada a caminar por los senderos donde son
tantas subidas como bajadas, pero con tanta vista y hasta un río pequeño que se
podía ver a solo unos metros de donde estábamos, mis pies ni se cansaban, estaba
maravillada.
Llegamos a puentes construidos
con guadua y entablado que a nuestro parecer eran muy adecuados porque todo era
estilo jardín, desde los puentes se podía ver variedad de plantas ya fueran acuáticas
o sembradas en sus alrededores; cuando llegamos a el primer mirador, era precioso
ver la parte noroccidente de la ciudad de Ibagué entre selvas y el cantar de
las aves e insectos de la región. Pudimos apreciar la infraestructura de donde
vivimos desde una parte ecológica donde se albergan arboles que son totalmente
representativos del Tolima.
Caminando a un buen ritmo
nos encontramos animales como tortugas y un armadillo que dice mi papá que vio;
la verdad yo si no lo pude ver, esos
animales son bastante rápidos. No pudimos ir hasta el mirador numero tres ya que había erosión y estaban
mejorando el camino para poder llegar hasta allí, fue cuando definitivamente a
todos se nos noto el cansancio y el sudor en nuestro cuerpo tras subir y subir
peñas de este bosque natural, pero sin duda alguna estábamos felices de
respirar aire puro y desintoxicarnos.
En ese preciso momento
comenzamos a descender, yo parecía una completa loca tomando y tomando fotos de
cada cosa que veía, plantas exóticas, arboles, y hasta el recuerdo de mis papas
en aquel lugar. Mientras bajábamos nos encontramos con un turista quien había perdido
su cachorra en el jardín Botánico, es por ello que toman precauciones de no
dejar soltar a los perros allí porque se pierden, además de atender la
necesidades de los mismos. Tratamos de ayudar a buscar a la canina entre gritos
y silbidos pero para descontento no la pudimos encontrar. Sus dueños estaban tan preocupados de no saber si la picaría un animal o se caería en alguna parte, no vieron de otra que sentarse a esperar si regresaba
mientras nosotros seguimos nuestro camino.
Este lugar no es solamente
natural e incrementa una alternativa pedagógica a través de los recorridos y
actividades didácticas en ambientes naturales, sino que también pudimos
apreciar verdaderas obras de arte que por supuesto eran grandes, como un árbol que
antes yacía en frente de la gobernación y fue talado, así que un artista
Italiano se dio a la tarea de arreglarlo y formar una gran obra que tiene tanta
historia de quienes poblaron esta tierra ibaguereña y en el aun yacen las
puntillas de donde amarraban a sus caballos. Recuerdo que cuando el guía nos contó esta historia nos pareció de gran importancia conservar el medio ambiente y un ejemplo para los
pequeños que van a visitar lugares como este a cuidar nuestra madre tierra.
La hora de llegada estaba próxima,
a ciencia cierta ninguno nos queríamos ir tratábamos de caminar mas despacio,
pero como en la entrada habían tomado nuestro numero de teléfono, estaban
llamando para que regresáramos; yo tome mis ultimas fotos, me seque un poco de
sudor, amarre el cordón de mis zapatos y seguimos caminando hasta la salida.
Sin duda alguna es un lugar majestuoso, quedamos maravillados con tanta biodiversidad
dentro de la misma ciudad y que no sabíamos que existía, además de eso creo que
muchos no saben que esto existe. Nos preguntaron si nos había gustado la
experiencia solo respondimos “claro que si, por acá volveremos”, tomamos un
poco de agua que vendían en la entrada, descansamos un poco y nos comentaron
sobre como operaba y como se había construido el Jardín Botánico.
Nos despedimos y dimos las
gracias por contribuir con la educación ambiental, ellos sonrieron y dieron las
gracias, esa fue nuestra estadía en este bello lugar. Definitivamente el Jardín Botánico San
Jorge nos cautivó con todo su esplendor y no olvidamos que en la contemplación
de la naturaleza y en el silencio, buscamos la armónica belleza de la vida.